“Cuando un hombre tiene problemas, Dios les envía un perro”…Dogma película que llega a Costa Rica el 03 de enero

“Cuando un hombre tiene problemas, Dios les envía un perro”…Dogma película que llega a Costa Rica el 03 de enero

 

Sinopsis

 

Una historia increíble sobre un pequeño, quien, golpeado por la vida, encuentra su salvación en el amor por sus perros. “Cuando un hombre tiene problemas, Dios les envía un perro”. –  Alphonse de Lamartine

 

Comentarios del Director

La inspiración para esta película provino, en parte, de un artículo que leí sobre una familia francesa que metió a su propio hijo en una jaula cuando tenía cinco años. De ahí surgió el interrogante de cómo algo así afecta mentalmente a una persona. ¿Cómo se sobrevive y qué se hace con el sufrimiento? Con Dogman, quise explorar esa idea.

El sufrimiento es algo que todos tenemos en común, y el único antídoto para eso es el amor. La sociedad no te ayudará, pero el amor puede ayudarte a sanar. El amor de la comunidad de perros que Dogman ha construido es el sanador y el catalizador.

Dogman no sería la película que es sin Caleb Landry Jones. El complejo personaje requería una persona que pudiera encarnar los desafíos, la tristeza, el deseo, la fortaleza y la complejidad.

La gente ve películas para descubrir algo de realidad en la historia, a pesar de ser consciente de que se trata de ficción. Con esta película, quería ser lo más honesto posible. Quiero que la gente empatice con el protagonista, las acciones que lleva a cabo y las que realiza en respuesta al sufrimiento que ha experimentado. Quiero que la gente esté de su lado.

Espero que la audiencia pueda determinar en su propia mente por lo que Dogman pasó, el dolor que es muy difícil de soportar. Ha sufrido más de lo que la mayoría de la gente sufrirá jamás y aun así conserva la dignidad.

 

Luc Besson

ENTREVISTA A CALEB LANDRY JONES (DOUGLAS)

¿Qué fue lo que lo impulsó a participar en la película?

Leí el guion y, por lo poco que sabía de Luc y de sus películas, estaba seguro de que nada quedaría librado al azar. No habría nada de más, ni nada de menos.

¿Cómo describiría a su personaje?

Douglas es un joven perdido… quien no tiene nada que perder. Absolutamente nada. Sus ilusiones superan enormemente su realidad, y creo que él necesita desesperadamente escapar de su vida cotidiana lo más posible. Al mismo tiempo, es un hombre de gran integridad y honestidad.

¿Cómo fue su primer encuentro con Luc Besson?

Nos reunimos en un café. Al principio pensé que yo no le había gustado mucho, pero me envió el guion y luego volvimos a encontramos. Entonces me preguntó: “Bueno, ¿qué piensas? ¿Quieres hacerlo?” Le respondí: “Sí, pero ¿habrá perros de verdad?” Me dijo que sí, entonces le dije que contara conmigo. Al principio, Luc y yo nos saludábamos simplemente con un ‘hola’. Ahora nos damos un abrazo.

¿Cuáles son los retos más grandes a los que se enfrentó?

Luc había planeado las cosas de modo tal que la filmación siguiera el progreso del personaje, más o menos en tiempo real. La primera semana, estaba nervioso por la escena en la que yo regreso al refugio. Estaba muy preocupado, no sabía cómo interpretarla, particularmente, porque Dogman nació durante esa primera semana, Dogman se convirtió en Dogman. La segunda semana, estaba la canción de Edith Piaf, y yo, nuevamente, estaba algo inquieto. La tercera semana, rodamos las escenas con El Verdugo y la pandilla, para las que me sentía muy seguro. En la quinta semana, filmamos todas las escenas con Evelyn, y esas fueron las escenas que más nervioso me pusieron. En algunas películas, es una locura constante. Pero Luc había planeado el rodaje de un modo muy inteligente que me mantuvo en vilo de principio a fin.

¿Cómo se preparó?

Luc me dijo que me centrara en el presente: en la primera semana, en la segunda semana, etc., y que me tomara las cosas día a día. Después de las dos primeras semanas, pude concentrarme al máximo en las escenas con Evelyn que más temía. Volvía al hotel, preparaba esas escenas y trabajaba con otro actor, Tonio, durante 4 o 5 horas. Gracias a este trabajo de preparación pude memorizarlo todo. Cuando comenzamos a filmar estas secuencias, estábamos preparados, y Luc lo notó. Todo lo que ya habíamos filmado había alimentado mi actuación, y podíamos estar en la misma sintonía.

¿Qué recuerdos guarda del rodaje?

Luc es una persona muy exigente, y todo el mundo está muy dispuesto a colaborar para hacer realidad su visión. Al cabo de unas semanas, todos estábamos en la misma sintonía, en cuanto al ritmo de los días, la secuencia de las escenas y la importancia de la preparación. A la tercera o cuarta semana, había una cohesión y una eficacia reales que nunca había visto en un set. Todo era rápido y fluido. Creo que, gracias al alto nivel de exigencia de Luc, todo el mundo quería dar lo mejor de sí mismo, lo que, por desgracia, no ocurre en todos los rodajes.

 

TRABAJAR CON PERROS

Louis Leterrier, antiguo colaborador de Luc Besson, recomendó encarecidamente a la entrenadora Mathilde de Cagny al cineasta y a su productora Virginie Besson-Silla. “Louis había trabajado con ella unas semanas antes en una producción estadounidense”, cuenta Virginie. “Una vez que Luc la conoció y le explicó lo que quería, ella tuvo total libertad de acción para elegir sus equipos y establecer lo que consideraba útil para el rodaje”.

Aunque el guion la conquistó por completo, Mathilde de Cagny, que lleva mucho tiempo trabajando en Hollywood, se sentía un poco aprensiva ante la envergadura de la tarea. “Si bien sabía que la película incluía la participación de un grupo de perros, no sabía que fueran tantos y con personalidades tan diferentes”, explica. “Era objetivamente complicado, implicaba mucho entrenamiento y no había mucho tiempo, pero Luc Besson me dio completa libertad”. Le explicó al director que era fundamental trabajar con perros que ya tuvieran una base de entrenamiento sólida y no requirieran una preparación intensa. “Le mostré un par de perros que tenemos en mi empresa que a Luc enseguida le gustaron, así que fueron contratados de inmediato”, prosigue.

“Además de eso, teníamos que encontrar muchos más perros que no tuvieran que viajar. Así que me fui a Francia a buscar adiestradores y perros que cumplieran con mis criterios”.

Mathilde de Cagny se puso entonces en contacto con Muriel Bec, directora de Animal Contact, una empresa que provee animales para la televisión y el cine francés: “Como sus instalaciones disponían de todo lo necesario para el adiestramiento, le pedí a Muriel que se encargara de la mayor parte de la contratación canina y de reunir un equipo de adiestradores”, añade Mathilde. “Muriel desempeñó un papel esencial en la coordinación de toda la logística en Francia, lo que me permitió concentrarme en la supervisión, formación y preparación. En total, se contrataron unos quince adiestradores para encontrar la numerosa cantidad de perros que se necesitaban para el rodaje. “Lo más difícil fue coordinar todo a la vez, los perros, los adiestradores, el set y los actores y ponerlo en marcha lo antes posible”, señala. “Los perros tenían que estar adiestrados y saber lo que se esperaba de ellos, sin dejar de actuar con naturalidad. Por ejemplo, cuando tenían que dispersarse, huir o parecer asustados, teníamos que prepararlos, pero no prepararlos en exceso, ya que esto interferiría en la fluidez de sus movimientos. En el set, Muriel y yo colaboramos estrechamente, dirigiendo a nuestros equipos para preparar las tomas, a menudo complejas, y definir la actuación de los perros”. Virginie Besson-Silla añade: “Mathilde se concentró más en las misiones muy precisas que llevaban a cabo los ‘perros héroes’: saltar sobre una mesa, ir a buscar un objeto, atravesar barrotes, etc., mientras que Muriel se ocupaba de las jaurías”, explica. “Esto es lo que nos permitió tener tanto perros muy libres como otros, más acostumbrados a filmar, a los que podíamos inducirlos a hacer cosas más precisas”. Mathilde y Muriel se complementaron a la perfección.

Sofiane Tarefet, especialista en ‘bite training’, técnica que enseña a los perros a controlar la fuerza de sus mandíbulas, explica: “Tuvimos que preparar a los perros para que no se sobresaltaran si el actor empezaba a hablar alto, cantar o gesticular”. El jefe de especialistas en escenas de riesgo, Alain Figlarz, también armó coreografías para las ‘sueltas de perros’, en las que los animales son dirigidos hacia un personaje para atacarlo o se les describe un recorrido desde el punto A al punto B. “Yo mismo también estuve ahí para que me mordieran en lugar de los actores, y hay una escena en particular en la que estoy suspendido por un cable y un perro viene a morderme en la garganta”, señala. Por supuesto, Mathilde de Cagny también tuvo que familiarizar a los perros con la presencia de los actores, empezando por Caleb Landry Jones. Ella misma cuenta: “Caleb vino tres días enteros para estar con los perros y acostumbrarse a que los adiestradores trabajaran, hablaran y se movieran. Tenía curiosidad y muchas ganas de participar”. Caleb lo confirma y sostiene: “Una de las cosas que me convencieron fue el hecho de que filmaríamos con perros de verdad”. En el set, a Sofiane Tarefet le llamó la atención la predisposición de Caleb Landry Jones y su interacción con los perros: “Estaba increíblemente tranquilo y se acercaba espontáneamente a los perros. Un compromiso todavía más apreciable dado que algunas secuencias eran especialmente complejas de rodar”. Mathilde de Cagny recuerda la escena de los “ladronzuelos”, en la que los perros deben correr cientos de metros con objetos en la boca. “Era compleja porque los perros debían permanecer inmóviles y, de repente, escapar todos juntos”, señala la adiestradora. “Afortunadamente, Luc había preparado con mucha antelación unos storyboards que ilustraban la escena en detalle y que resultaron de gran utilidad”.

EL REPARTO Y EL EQUIPO

Desde el principio, la relación profesional de Luc Besson con la productora Virginie Besson-Silla era tal que enriqueció el proyecto y contribuyó en gran medida al éxito de la visión inicial del cineasta. “En primer lugar, tengo que entender lo que él tiene en mente, y luego es mi trabajo llevarlo a que se plantee todos los interrogantes relacionados con el tema que quiere abordar, y asegurarme de que no nos desviemos en el camino”, explica Virginie Besson-Silla. Dogman marca una nueva etapa en la colaboración entre el director y su productora. “En los últimos años, hemos pasado por muchas cosas, lo que nos ha fortalecido”, afirma. “También nos han permitido trabajar juntos con más fuerza de lo habitual”. Agrega que el tema y el personaje central de la película se prestaban especialmente a ello. “Asumo mucho más mi papel de productora. Incité a Luc a salir de su zona de confort y a renovar parte de su equipo técnico. Asimismo, durante el montaje, entablamos una auténtica partida de ping-pong, y él está dispuesto a cuestionarse. Además, Luc escucha constantemente los consejos de todo su equipo y sigue su propio camino teniendo en cuenta dichas opiniones”.

Para Luc Besson, el reto esencial de Dogman era hacer creíble una historia extraordinaria. “Aunque uno sepa que una película es una obra de ficción, llega a ella buscando realidad”, afirma. “Así que mi tarea era hacer que el espectador creyera en la existencia de mis personajes. Esa es la única manera en la que puedes encariñarte con Douglas, el protagonista, y desearle lo mejor, aunque sea totalmente fuera de lo común. Sin verosimilitud, no hay emoción”. Luc Besson y Virginie Besson-Silla no dudaron mucho antes de confiar el papel a Caleb Landry Jones. “Me había parecido extraordinario en Get Out, luego en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri y The Florida Project”, comparte la productora.

 

Para lograr una credibilidad óptima, el director puso en marcha un intenso periodo de preparación para que en el set nada quedara librado al azar. Empezando por la relación entre el director y su actor principal. “Quería pasar un año con Caleb [Landry Jones] para asegurarme de que nos sintiéramos cómodos el uno con el otro y de que nos apreciáramos como seres humanos”, señala Luc Besson. “Muy pronto en el proceso, cuando se puso la peluca por primera vez y se miró al espejo para ver cómo podía meterse en la piel del personaje, comprendí que su labor había comenzado”.

Igual de importante era delinear los personajes y dejar que los actores los hicieran propios. Con Douglas, Luc Besson quiso inicialmente confundir al espectador. “Lo vemos travestido de mujer, clavado a una silla de ruedas, con sangre por todas partes, tanto que nos preguntamos si no es un asesino serial”, explica el director. “Tenía que retratarlo, a primera vista, como un personaje monstruoso para que nos preguntáramos sobre su origen, su pasado y aprendiéramos poco a poco a mirar más allá de las apariencias”. Y añade: “Douglas no está resentido por el calvario que pasó. Él tiende a ver el vaso medio lleno y tiende la mano a quienes lo han ayudado”. Caleb Landry Jones agrega: “A pesar de los horrores y las tragedias que marcaron su infancia, es muy íntegro y honesto. Contra todo pronóstico, decide establecerse como justiciero”.

Evelyn, la psiquiatra que entrevista a Douglas en la cárcel, permite al espectador comprender mejor al protagonista, como explica Luc Besson, “Evelyn es la otra cara del personaje de Douglas. Puede que tenga un estatus social, un trabajo y un hijo, pero no le va bien. Al ayudar a Douglas, se ayuda a sí misma”. Jojo T. Gibbs, quien interpreta a Evelyn, señala que ella es muy diferente a su personaje, “Tiene que saber escuchar, mientras que yo soy más de hablar. Tiene que resignarse a hacer un trabajo en el que no se siente valorada, lo que no es mi caso. Sobre todo, me impresiona su calma. Creo que a los psiquiatras que trabajan en las cárceles se los llama cuando un preso se descontrola un poco, para lo cual se necesita a alguien capaz de canalizar ese tipo de energía, y yo no podría hacerlo. Sólo me reconocí en la gran lucidez de Evelyn: tiene muy en claro cuál es su objetivo en la vida”. Virginie Besson-Silla quedó especialmente impresionada por la química entre Caleb Landry Jones y Jojo T. Gibbs, “Lo genial es que uno ve al personaje de Douglas a través de los ojos de Evelyn”, señala. “Teníamos que entender que esta mujer había sufrido y no ser demasiado rígidos”.

El reparto secundario estaba igual de afinado. Clemens Schick, quien interpreta a Mike, el padre del protagonista, define a su personaje como “un tipo desorientado, violento, brutal, celoso y narcisista”. Practicó el acento de la ‘Costa Este’ del personaje con un coach y se preparó mucho de antemano. Alexander Settineri interpreta a Richie, el hermano de Douglas, y habla de la evolución de su personaje quien, tras pasar por el calvario de la cárcel, “Ya no es tan histérico y loco como cuando era joven”. Para el actor, retratar a un hombre brutal y agresivo “que hace daño a otras personas” requirió, como nunca antes, muchísimo trabajo “encontrar esa ira en mí mismo y expresar toda esa gama de emociones”, afirma.

Salma es el polo opuesto de la familia de Douglas. Una joven burbujeante y exuberante que, como señala Grace Palma, “rebosa de vida y energía”. Y agrega: “Es la persona más positiva, generosa y cariñosa que conozco”. Para lograr esa cualidad entusiasta del teatro que consigue transmitir su entusiasmo a Douglas, Grace Palma señala que leyó mucho a Shakespeare. “Me sumergí en su mundo y llegué a desarrollar una pasión por Shakespeare”. Los actores destacan la gran preparación del cineasta. Jojo T. Gibbs comenta: “Es el director más laborioso con el que he trabajado. Todas las mañanas, durante el desayuno, nos tomábamos tiempo para preparar las escenas del día y asegurarnos de que estábamos en la misma sintonía, lo que hizo que el rodaje fuera mucho más fluido”. Alexander Settineri interviene: “Luc sabe exactamente lo que quiere. Te deja explorar caminos, pero uno sabe hacia dónde va”, afirma. Clemens Schick concuerda: “Luc te explica exactamente lo que espera de ti como actor. Entiende el lenguaje de los actores, lo cual es muy valioso”. Por último, Grace Palma añade: “Luc tiene una visión, sabe lo que quiere, y tienes que intentar ceñirte a su visión si quieres encarnarla”.

 

EL DIRECTOR Y LA PRODUCCIÓN

Luc concluye:

“Hace más de veinte años que trabajo con Virginie. Con demasiada frecuencia, los productores se enfocan únicamente en la financiación y los costos de la película. Eso es sólo una parte de su trabajo. La otra parte es la de brindar apoyo al director en su visión artística. Tiene que ser un punto de referencia, un punto de apoyo y un garante de cierta homogeneidad. El director puede perderse en una escena, incluso por placer o felicidad. El productor debe estar atento a la brújula, recordarle constantemente sus intenciones iniciales, el camino a seguir. Ella es el faro, el jefe de la estación”.

 

LA MÚSICA

El compositor Éric Serra ha trabajado con Luc Besson desde sus primeros cortometrajes. Es decir, ha forjado una verdadera complicidad artística con el director, para quien ha compuesto casi todas las bandas sonoras originales de sus películas. Muy al principio del proceso, el compositor lee el guion y comienza a pensar en la atmósfera general, como si, señala, “estuviera plantando una semilla en mi cabeza”. Durante esta fase de gestación, se hace una serie de preguntas: ¿utilizará elementos étnicos? ¿Será sinfónico o más sintético?, y anota ideas para temas musicales. “Es un poco como un actor metiéndose en la piel de un personaje antes de rodar, sin llegar a aprenderse los diálogos”, explica.

 

Pero, por supuesto, es a partir de las imágenes, una vez rodada la película, cuando Éric Serra empieza a trabajar concretamente en la partitura. Así lo explica: “Con Luc, vemos la película escena por escena, y él me da sus indicaciones a medida que avanzamos, sabiendo que tiene una idea muy clara del papel emocional que debe desempeñar la música en cada secuencia”. Reconoce que Dogman era un proyecto singular. “Si bien cada película es diferente, nunca terminé llorando después de una proyección de trabajo”, confiesa. “Normalmente, en esta fase, siempre detecto una o dos escenas que no cierran completamente y que la música podría perfeccionarlas. Esta es la primera vez que no lo hice, ¡porque no hay ni una sola toma en la que Caleb [Landry Jones] no esté perfecto! En ningún momento pensé que había que ayudarlo con la música”. Luc Besson confirma que esta película tenía un personaje específico. “Las situaciones y los diálogos de Caleb son tan ricos que no había mucho espacio para la música”, señala. “Sin duda fue menos gratificante para Eric dejar la partitura en un segundo plano, pero merece todo el mérito por haber compuesto una partitura tan hermosa y fluida”.

 

La singularidad del proyecto impulsó a Éric Serra a utilizar sonidos inusuales y crear texturas originales. “Utilicé quejidos de perro, del mismo modo que hubiera usado violines, que producen un sonido bastante extraño y evocan una emoción palpable”, recuerda. Contrariamente a su práctica habitual, el compositor recurrió muy poco a los instrumentos sintéticos. “Creé toda una gama de texturas sonoras frotando un arco contra superficies inverosímiles como una baranda de aluminio a lo largo de una ventana o el lavamanos de mi baño, ¡que producían un sonido interesante!”. Luc Besson alaba la inventiva del músico: “Necesitaba un artista capaz de crear otra forma de diálogo”, afirma. “Por ejemplo, cuando Douglas le pide al perro que le traiga azúcar, Éric sugirió alrededor de treinta sonidos diferentes para que el resultado fuera divertido y conmovedor a la vez. Gracias a los sonidos que creó, dimos con el equivalente de las palabras para los perros”.

 

Éric Serra grabó la mayor parte de la partitura en su propio estudio. “Aparte de las partes sinfónicas, que grabé en Budapest con una orquesta, toda la música orgánica se grabó en mi estudio”, concluye. Un enfoque artesanal, ‘hecho a medida’, como lo describe el compositor, que correspondía a un proyecto decididamente fuera de lo común.

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