· Cuatro distritos de San José concentran 441 edificios vacíos o subutilizados, de acuerdo con datos del TEC.
· Adaptar edificios existentes puede ser más económico que construirlos desde cero, según Gensler.

San José, 15 de octubre de 2025. En Costa Rica, miles de metros cuadrados permanecen sin uso mientras las ciudades enfrentan retos urgentes de vivienda, empleo y sostenibilidad. Oficinas en desuso, casas antiguas, bodegas y edificios patrimoniales pueden transformarse en vivienda, espacios culturales, comercio de barrio y trabajo colaborativo, por lo que reutilizar estos espacios significa crecer hacia adentro, al mismo tiempo que se reduce la huella ambiental.
El estudio Balance y Tendencias del Sector Vivienda 2024 del Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos de Costa Rica (CFIA) confirma un déficit habitacional superior a 150.000 soluciones y un nivel elevado de oficinas desocupadas en la Gran Área Metropolitana tras el auge del teletrabajo, mientras que el Tecnológico de Costa Rica (TEC) en 2023 contabilizó 441 edificios total o parcialmente desocupados en sólo cuatro distritos del cantón de San José. En ese contexto, la reconversión aparece como una alternativa coherente.
El documento de 2024 “Otra Vida, Otro Uso” de Gensler, indica que adaptar edificios existentes puede ser más económico que construir desde cero, pero su mayor ventaja es la agilidad. La reconversión permite salir al mercado antes porque acorta tiempos de obra, aprovecha la infraestructura y los servicios que ya existen en la ciudad y facilita una ocupación rápida. En un contexto de alta demanda y espacios desocupados, esta estrategia acelera la puesta en operación de proyectos bien ubicados sin sacrificar calidad ni accesibilidad a sus habitantes.
“Cuando un espacio vacío se transforma, no solo resolvemos una necesidad puntual de infraestructura, también reactivamos la vida en torno al edificio. Las calles ganan movimiento, los servicios de barrio encuentran clientes y la comunidad recupera seguridad y pertenencia. Esa es la fuerza de la reconversión, crear impacto social a partir de lo que parecía inerte”, explicó Mauricio Otárola, director de Estudio de Gensler Costa Rica.
Reconversión y sostenibilidad
Según el Gensler Research Institute, casi la mitad del consumo energético global proviene del entorno construido (49%). De ese total, 14% corresponde al impacto de la construcción de edificios y 35% a su operación cotidiana como la iluminación, calentamiento de agua, refrigeración y otros usos, por lo que reutilizar lo que ya existe no solo ahorra costos, también evita el uso intensivo de materiales y reduce los residuos mientras disminuye la huella de carbono.
Avanzar en esta dirección refuerza la alineación del sector inmobiliario con el Plan Nacional de Descarbonización, que en su eje de construcción plantea integrar acciones de reducción de emisiones en al menos veinte edificios para 2025. Esto incluye rehabilitación energética, sustitución de equipos ineficientes, uso de materiales de menor huella, gestión responsable de residuos y sistemas de monitoreo del desempeño, medidas que acercan al país a sus metas climáticas mientras mejoran la competitividad y el valor de los activos inmobiliarios.
Además de lo ambiental, el reposicionamiento aporta beneficios económicos y urbanos claros. Incrementa el valor de los inmuebles, reduce costos de obra al reutilizar estructuras y atrae inversión al generar confianza en el mercado. Al intervenir en zonas ya consolidadas, ayuda a evitar la expansión de la mancha urbana, contiene la ciudad y reduce la necesidad de movilidad al acercar vivienda, empleo y servicios. El resultado es un entorno más denso y compacto, con redes e infraestructura que operan de forma más eficiente y con calles activas que impulsan el comercio y el turismo al dar nueva vida a barrios y corredores urbanos.
Patrimonio en acción
Nuestro país cuenta con 394 inmuebles declarados Patrimonio Histórico-Arquitectónico, según el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, que hoy permanecen en gran parte subutilizados y que, con intervenciones adecuadas, pueden convertirse en motores culturales, turísticos y residenciales, conservando la memoria colectiva mientras generan actividad económica.
El Gran Hotel Costa Rica, inaugurado en 1930 en el corazón de San José y renovado en 2018, demuestra cómo la restauración puede actualizar un ícono sin perder su esencia. De igual manera, sectores como Amón, Otoya, Escalante y Dent en la capital ya muestran el potencial de mezclar vivienda, gastronomía, hospedaje y oficinas creativas. Este modelo también puede replicarse en los cascos históricos de Cartago, Heredia, Limón y Alajuela, donde abundan edificaciones con capacidad de renovarse que pueden aportar vitalidad urbana.
En contextos donde el turismo se desacelera o el país necesita ser más competitivo a nivel regional, sumar oferta cultural y gastronómica urbana amplía el abanico de experiencias, ayuda a aliviar la presión sobre destinos costeros y contribuye a distribuir mejor los beneficios económicos. La reconversión de inmuebles en centros históricos puede crear nuevas rutas, eventos y servicios que atraen visitantes durante todo el año, fortalecer el comercio local y contribuir a mejorar el posicionamiento de las ciudades como destinos complementarios dentro de la oferta turística nacional.
“La reconversión de espacios es un camino viable y urgente para Costa Rica porque no solo atiende el déficit de vivienda y la desocupación de oficinas, también moviliza inversión, empleo y sostenibilidad, devuelve vitalidad a las ciudades y fortalece la identidad de las comunidades. Apostar por lo que ya existe es apostar por un desarrollo urbano más cercano, eficiente y con visión de futuro”, concluyó Mauricio Otárola, director de Estudio de Gensler Costa Rica.