Comunicado de Prensa l LaEsquina506CR@gmail.com
Cada año, como un reloj bien ajustado, el tipo de cambio del colón costarricense frente al dólar estadounidense inicia su descenso en octubre y se aproxima a un mínimo cercano a los ₡500 por dólar hacia junio. Este fenómeno, que algunos interpretan como una señal de estabilidad económica, es en realidad un reflejo de las fuerzas estacionales y de las dependencias estructurales que moldean la economía costarricense, explicó Malberth Cerdas, docente de Economía de la Universidad Fidélitas.
¿Por qué baja el tipo de cambio entre octubre y junio?
Según Cerdas, se trata de una danza sincronizada entre exportaciones, turismo, flujo de remesas y actividades fiscales específicas que en conjunto crean un entorno donde la abundancia de dólares reduce su precio relativo frente al colón, por lo que detalla lo que sucede con cada rubro:
- Exportaciones agrícolas:
Durante este período, el país exporta productos emblemáticos como café, banano y piña. Estas actividades no solo generan empleo, sino que también inyectan dólares al sistema financiero, incrementando la oferta de divisas.
- Turismo en temporada alta:
Costa Rica brilla como destino preferido para miles de turistas internacionales entre diciembre y abril. Los dólares que gastan en hoteles, transporte y actividades recreativas fortalecen la balanza de pagos.
- Remesas familiares y obligaciones fiscales:
Para el economista, diciembre y sus festividades traen consigo un incremento en las remesas enviadas por costarricenses en el extranjero.
A esto se suman las dinámicas de pago del sector empresarial tales como:
Pago de aguinaldos en zona franca: Las empresas multinacionales realizan sus pagos de fin de año en dólares, lo que incrementa significativamente la oferta de divisas.
Adelantos parciales del impuesto sobre la renta: Muchas empresas liquidan obligaciones fiscales en esta época, generando flujos adicionales hacia el Banco Central y reforzando la estabilidad cambiaria.
La ilusión de los ₡500 por dólar
“Aunque la tendencia a la baja parece positiva para consumidores e importadores, oculta riesgos subyacentes. Este comportamiento es cíclico, no estructural, lo que significa que no responde a una mejora sostenida en la competitividad del país o a una mayor diversificación económica. Más bien, es el resultado de eventos temporales y previsibles”, comentó Malberth Cerdas.
“Un tipo de cambio cercano a ₡500 puede ser efímero y engañoso. Los sectores que dependen de exportaciones, especialmente las pequeñas y medianas empresas, sufren al recibir menos colones por cada dólar. Además, esta apreciación estacional puede generar falsas expectativas sobre la fortaleza económica, ignorando que, al finalizar junio del siguiente año, las presiones se revierten”, agregó.
¿Qué ocurre después de junio?
Cuando los turistas regresan a sus países, las remesas disminuyen y las exportaciones pierden dinamismo, la oferta de dólares se reduce. Entre julio y septiembre, el tipo de cambio se estabiliza o comienza a aumentar, reflejando una economía que no logra mantener un flujo constante de divisas.
Este ciclo perpetúa una vulnerabilidad estructural. En lugar de aprovechar los ingresos estacionales para construir una economía más resiliente, nos conformamos con navegar las mismas olas una y otra vez.
Hacia una estabilidad genuina
El desafío no es entender por qué el tipo de cambio baja entre octubre y junio, sino preguntarnos por qué no podemos mantener esa estabilidad durante todo el año.
Las soluciones requieren visión y acción:
- Más allá de las exportaciones agrícolas y el turismo, Costa Rica debe expandir su base económica hacia sectores tecnológicos y de manufactura avanzada.
- El Banco Central podría desarrollar estrategias para suavizar los picos y valles estacionales mediante políticas cambiarias más activas.
- Fomentar el ahorro en colones, reducir la exposición al dólar en la deuda de hogares y empresas, y promover una regulación más proactiva en los flujos de divisas estacionales.
- Aprovechar los ingresos de exportaciones y turismo, así como los excedentes fiscales, para fortalecer sectores que generen divisas todo el año.
“Según Malberth, el descenso del tipo de cambio entre octubre y junio, aunque beneficioso a corto plazo para algunos, es un recordatorio de que Costa Rica sigue dependiendo de un ciclo económico que no controlamos. La meta debe ser transformar esta aparente estabilidad en una realidad sostenida y equitativa para todos los sectores de la economía. Un colón fuerte no es solo una cuestión de oferta y demanda de divisas. Es una promesa de prosperidad para los costarricenses. Para lograrlo, debemos ir más allá de lo estacional y construir una economía robusta que sea capaz de resistir las mareas del tiempo”, enfatizó.