- Consumo de arroz subió en 2023, pero en 2024 volvió a caer a 48 kg por persona
- Consumo de frijoles se redujo a la mitad en las últimas dos décadas
Nutricionistas piden derribar mitos y volver a los alimentos tradicionales

San José, septiembre 2025. En el mes patrio, La Maquila Lama hace un llamado a todas las familias costarricenses a reconectar con nuestras raíces y a celebrar la independencia también desde la mesa: volviendo a los alimentos tradicionales que fortalecieron a generaciones de ticos, como el arroz, los frijoles, el huevo y la tortilla, y que hoy siguen siendo símbolo de identidad y salud.
“Nuestros abuelos luchaban por su libertad, caminaban por cafetales, trabajaban la tierra, criaban a sus familias con esfuerzo… y lo hacían alimentados con lo mejor que daba esta tierra. Volver a esa alimentación es también un acto de amor por nuestra historia”, expresó Juan Carlos Sandoval, gerente general de La Maquila Lama.
El ritmo acelerado de la vida moderna, el auge de los servicios exprés y la constante búsqueda de practicidad han desplazado lentamente la comida casera. Hoy muchas familias optan por comidas rápidas, ultra procesadas o fuera de casa, dejando de lado platos tradicionales como el gallo pinto o el casado.
Además, mitos nutricionales, como la falsa creencia de que el arroz o los frijoles “engordan”, han contribuido al abandono de estos alimentos, que en realidad son altamente nutritivos y fundamentales para una dieta equilibrada.
“Estamos dejando de lado lo que realmente nos hacía fuertes: alimentos completos, preparados en casa, con ingredientes accesibles y naturales. Es momento de retomar lo que nos pertenece”, recalcó Sandoval.
Según datos de La Maquila Lama, en promedio cada costarricense consume 550 gramos de frijoles al mes, una cifra que representa la mitad del consumo que se registraba hace dos décadas.
En el caso del arroz, el consumo per cápita en Costa Rica alcanzó en el 2023 un repunte importante: 50,27 kilos por persona al año, una cifra que no se registraba desde hace 15 años. Sin embargo, para el 2024 volvió a descender a 48,18 kilos por persona, según datos del Centro Estadístico Arrocero de CONARROZ.
La nutricionista Suzanne Seco explica que el frijol es un alimento clave para todas las etapas de la vida. Entre sus beneficios destacan:
- Control del azúcar en sangre (ideal para personas con diabetes).
- Bajos en grasa y ricos en fibra, lo que mejora la digestión y brinda saciedad.
- Contienen ácido fólico, hierro, potasio, zinc y antioxidantes que fortalecen el sistema inmunológico, ayudan al corazón, previenen la anemia y el envejecimiento celular.
- Son ideales para mujeres embarazadas, niños, adultos mayores y personas con presión alta.
- Son una excelente fuente de proteína vegetal, sobre todo si se combinan con arroz.
El arroz, presente en la mayoría de hogares costarricenses, es una fuente de energía de altísima calidad. Cuando es integral, aporta además fibra y regula el colesterol.
Desde el año 2002, el arroz que se comercializa en el país debe estar fortificado por ley con:
- Ácido fólico (prevención de malformaciones en el embarazo)
- Vitaminas del complejo B (clave en el metabolismo y salud cerebral)
- Vitamina B12, E, zinc, selenio y hierro
- Es bajo en grasa, libre de gluten, y al combinarse con frijoles o lentejas, ofrece una proteína completa al cuerpo.
Conscientes de que solo el 20% de los frijoles que se consumen en el país son de producción nacional, La Maquila Lama ha reforzado su estrategia de importación con alianzas internacionales, contratos con proveedores confiables y altos niveles de inventario para garantizar el abastecimiento incluso en épocas de crisis climática o problemas con los fletes.
“Estos alimentos no pueden faltar en la mesa del costarricense. Nuestro compromiso es que ni el clima ni los precios pongan en riesgo el acceso a lo más básico”, reafirmó Sandoval.
Este 15 de septiembre, el mejor homenaje a nuestra historia también puede estar en el plato.
Volver al gallo pinto, al casado, al rice and beans, al arroz con frijoles y tortilla no solo es una tradición: es una forma de cuidar la salud, reconectar con la historia y enseñar a las nuevas generaciones el valor de nuestra cocina.