Articulo de opinión l Juan Murillo Ch.
En la coyuntura actual de Costa Rica, la democratización de la gestión municipal emerge como una necesidad transformadora, vital para el resguardo de la democracia y el desarrollo socioeconómico del país. Los gobiernos locales representan el nexo más cercano entre el Estado y sus ciudadanos, y es en esta proximidad donde la gestión pública adquiere su mayor capacidad de impacto, respondiendo a las necesidades directas de la población y fortaleciendo la participación comunitaria, que es el corazón palpitante de la democracia.
La formación de liderazgos municipales es, por tanto, una piedra angular para asegurar que los representantes electos posean las competencias necesarias para ejercer una gestión transparente, efectiva y al servicio de la comunidad.
La Incubadora de Liderazgos +Costa Rica encarna este espíritu de cambio y progreso al apostar por una formación integral de liderazgos municipales. Los representantes electos que se formarán en su programa no solo adquieren conocimientos técnicos sobre la administración pública sino también habilidades esenciales para liderar: comunicación efectiva, capacidad de negociación, y resolución de conflictos, todo ello dentro de un marco ético y transparente.
El compromiso con la equidad de género y la inclusión se ve reflejado en la reciente convocatoria de la Incubadora, que logró una participación mayoritaria de mujeres, un signo inequívoco del avance hacia una mayor representatividad y diversidad en la política local. La pluralidad de partidos políticos y la procedencia de los postulantes de distintas localidades del país evidencian un alcance nacional y un compromiso con la representación en todos los estratos de la gestión local.
Es notable que un significativo 79% de personas postulantes nunca antes ha ocupado un cargo de elección popular, un dato que no sólo habla de la renovación política sino también de la oportunidad para inyectar nuevas ideas y perspectivas en la administración municipal. La formación de estos líderes es un reflejo de la visión de la Incubadora: impulsar una gestión municipal que se alinee con los valores de una democracia sana, como la transparencia, la igualdad de oportunidades y la justicia social.
La tarea que asume la Incubadora +CR no es menor, al ser el complemento de los esfuerzos que realizan instituciones como el IFAM, la UNGL, la Contraloría General de la República y el Tribunal Supremo de Elecciones. Este trabajo conjunto entre la sociedad civil y las instituciones estatales es el mecanismo que permite desarrollar las capacidades necesarias para una gestión municipal efectiva y democrática, apuntalando la construcción de un gobierno local íntegro y responsable.
La diversidad del perfil de los participantes en el programa de liderazgo municipal 2024 es también un testimonio de la misión inclusiva y pluralista de la organización. La distribución equitativa de género y la variada gama de edades y experiencias políticas previas garantizan que las soluciones y políticas que se gesten desde los gobiernos locales sean representativas y consideren la pluralidad de la sociedad costarricense.
El trabajo de la Incubadora de Liderazgos +Costa Rica representa un modelo de cómo la sociedad civil puede y debe participar en el fortalecimiento de la democracia y la mejora de la gobernanza local. La inversión en la capacitación y formación de líderes municipales no solo es una inversión en individuos, sino en el tejido social y político de Costa Rica. Con liderazgos preparados y comprometidos, es viable aspirar a una gestión municipal que trascienda la mera administración de recursos para convertirse en una fuente de confianza y esperanza en la política, como vehículo para el bienestar común.
La democratización de la gestión municipal a través de la formación de liderazgos es una apuesta por un futuro donde las localidades de Costa Rica sean administradas con una visión de innovación y responsabilidad, bajo el prisma de un gobierno local que sea reflejo de su comunidad y que actúe siempre con el objetivo de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. La formación es clave no sólo como un semillero de liderazgos municipales; es un catalizador de esperanza para una democracia más robusta, participativa y equitativa.