
La Inteligencia Artificial de las Cosas (AIoT, por sus siglas en inglés) representa la fusión de dos tecnologías: Inteligencia Artificial (IA) y Internet de las Cosas (IoT). Es una de las fuerzas más disruptivas en la transformación digital de industrias clave. Esta tecnología no solo conecta dispositivos, sino que permite procesar, interpretar y actuar sobre los datos de manera automática y en tiempo real, lo que facilita decisiones más ágiles y precisas.
Según el informe IBM Global AI Adoption Index 2023, el 67% de las empresas latinoamericanas con más de 1.000 empleados han acelerado la implementación de inteligencia artificial en los últimos 24 meses, superando el promedio mundial del 59%. Este crecimiento evidencia una región cada vez más abierta a la automatización inteligente y preparada para integrar soluciones AIoT en sus procesos críticos.
Al integrar la IA con dispositivos conectados, las organizaciones pueden crear soluciones más adaptables y proactivas. Esto no solo optimiza la eficiencia operativa, sino que también reduce costos, previene fallos y mejora la experiencia del cliente, mientras apoya prácticas más sostenibles.
Sectores como manufactura, logística, salud, agricultura y energía están liderando la implementación de estas tecnologías para mejorar sus procesos. Los sensores inteligentes, por ejemplo, pueden detectar fallos, optimizar rutas de distribución, ajustar entornos hospitalarios según las necesidades del paciente, gestionar recursos agrícolas con precisión, además de ayudar entidades bancarias a detectar actividades sospechosas y mejorar la seguridad en las transacciones, todo sin intervención humana directa.
Un futuro conectado, sostenible e inteligente
El AIoT se está consolidando como una pieza clave en la creación de ecosistemas de producción más resilientes y sostenibles. Esta tecnología no solo mejora la productividad, sino que también abre nuevas oportunidades para repensar modelos de negocio, optimizar el uso de recursos naturales y generar soluciones que beneficien tanto a las empresas como a la sociedad.
Estas tecnologías están ganando tracción como respuesta a la necesidad de acelerar la transformación digital, mejorar la competitividad y enfrentar desafíos como la optimización de costos, la adaptación a regulaciones más estrictas y el cierre de brechas en infraestructura tecnológica.