
Por: Juan Pablo Cardozo, Director General Regional de la Universidad del Istmo y la Universidad San Marcos.
Durante mucho tiempo, el marketing fue percibido como una herramienta para vender más, posicionar productos y ganar participación de mercado. Pero en los últimos años, hemos sido testigos de un cambio profundo en cómo las marcas se relacionan con sus audiencias; ya no basta con tener un buen producto o una campaña creativa. Hoy, las personas esperan que estas tengan un propósito claro, auténtico y alineado con sus valores.
Este fenómeno, conocido como marketing con propósito, no es una moda pasajera, es una respuesta natural a una sociedad más informada, más consciente y más exigente. En particular, las nuevas generaciones valoran profundamente la coherencia entre lo que una marca dice y lo que realmente hace. En este escenario, la vocación social, ambiental o cultural de una empresa puede ser tan poderosa como su propuesta comercial.
¿Qué significa hacer marketing con propósito?
No se trata solo de apoyar causas sociales de forma ocasional; el marketing con propósito implica una conexión genuina entre los valores de la empresa y las necesidades del entorno. Significa que la marca integra su propósito en su estrategia, en su comunicación, en sus productos y en sus decisiones de negocio.
Por ejemplo, una empresa que promueve el bienestar debe tener prácticas laborales responsables; una marca que habla de sostenibilidad no puede ignorar su huella ambiental. La coherencia es clave: el consumidor lo nota todo, y castiga la incongruencia con desconfianza y abandono.
El reto: pasar del discurso a la acción
Una de las críticas más comunes al marketing con propósito es el peligro del activismo superficial, cuando las marcas promueven una imagen responsable sin que haya acciones reales detrás. Por eso, el gran desafío de las marcas no es sólo adoptar un mensaje con valores, sino vivir ese mensaje en su operación diaria.
Esto implica revisar prácticas internas, invertir en proyectos de impacto real, ser transparentes con sus resultados y escuchar activamente a sus comunidades. No se trata de ser perfectos, sino de ser consistentes, honestos y comprometidos.
Los estudios muestran que las marcas con propósito generan mayor lealtad, mayor recordación y una conexión emocional más profunda con sus audiencias.
Conectar valores con vocación
Hacer marketing con propósito es reconocer que detrás de cada marca hay personas, comunidades, historias y desafíos reales. Cuando una empresa alinea su vocación con valores auténticos, no solo vende más: construye confianza, deja huella y contribuye a un mundo mejor.
En tiempos donde la reputación lo es todo y la autenticidad marca la diferencia, conectar valores con vocación no es solo una ventaja competitiva, es un deber ético.