Alex Murillo I Nota de Prensa l redaccion@laesquina506.com
El aparato digestivo realiza tareas y procesos esenciales para mantener una adecuada salud. Para llevarlo a cabo necesita la ayuda de pequeños habitantes que nos colonizan y que en conjunto llevan el nombre de microbiota. Estos microorganismos y los genes que expresan son considerados como una segunda «huella dactilar», pues son diferentes entre cada individuo. Cada adulto alberga millones de diferentes especies de bacterias, que confieren propiedades beneficiosas para la salud.
La microbiota se adquiere desde el momento del nacimiento y evoluciona a lo largo de la vida según el estilo de vida, entorno y la alimentación. Para el Dr. Farhad Rezvani, gastroenterólogo de Equilibrium, el estudio de la microbiota se ha incrementado exponencialmente. Es considerada como el futuro aliado en el manejo de padecimientos crónicos, donde la medicina tradicional no ha logrado los resultados deseados.
En distintas partes del mundo se realizan estudios con nuevos gérmenes para el tratamiento de diversas enfermedades. Inclusive se han realizado trasplantes de microbiota fecal (TMF), que consisten en obtener la microbiota fecal de las heces de un donante sano y transferirlas al colon de un paciente para restaurarla. Además, de la creación de “bancos de heces”, para luchar contra la silenciosa extinción de las bacterias y el manejo de diversas condiciones médicas.
“La microbiota debemos cultivarla desde el primer día de nacimiento hasta el último momento de nuestras vidas, ya que depende de las bacterias que tenemos y la relación con el huésped. Implica un balance en todas las líneas: salud de mente y cuerpo”, mencionó Rezvani.
La primera exposición con estos gérmenes ocurre en el momento del nacimiento. En un parto vaginal, los bebés tienen exposición con las bacterias “saludables” de la madre. Por otra parte, los nacidos por cesárea entran en contacto con bacterias de la piel y e inclusive microorganismos del hospital. De forma adicional es fundamental la lactancia materna exclusiva en los primeros 6 meses de vida, pues enriquece el microbioma y confiere diversas sustancias para incrementar las defensas del niño.
Sus tres funciones principales para la salud son:
Digestión de alimentos: sobre todo aquellos que no son digeridos en el intestino delgado, pues son fermentados por la microbiota del colon, liberando así nutrientes fundamentales para el funcionamiento del propio aparato gastrointestinal.
Desarrollo del sistema inmune: pues el aparato gastrointestinal es la puerta de entrada de nuestro organismo. Las bacterias del intestino se convierten en el intermediario en la comunicación con el sistema inmune. Esto permite que defienda en caso de que ingresen sustancias o gérmenes potencialmente peligrosas, pero también que identifique nutrientes y otras sustancias beneficiosas que deben ser toleradas y absorbidas.
Efecto barrera: fortaleciendo la capa de moco que protege contra la entrada de toxinas potencialmente peligrosas al torrente sanguíneo.
El gastroenterólogo explica que el intestino grueso denominado como el colon, es donde se albergan la mayor parte de microbioma. El intestino delgado debe tener relativamente pocas bacterias, ya que se encarga de la absorción de nutrientes a través de enzimas que son cómo “tijeritas” que cortan los alimentos en moléculas pequeñas. Cuando empieza este sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, denominado “SIBO” por sus siglas en el idioma inglés; tiene como consecuencia que la digestión no sea adecuada, por lo aparecen algunos síntomas como diarrea crónica, dolor y distensión abdominal.
“Otras enfermedades que se han relacionado con trastornos de la microbiota, es la infección por Helicobacter Pylori, una bacteria que es un factor de riesgo para cáncer gástrico. También se ha visto repercusión de la microbiota en enfermedades endocrinas como la obesidad, trastornos del colesterol, diabetes e hipertensión. En problemas cutáneos como la dermatitis atópica, alergias alimentarias, la intolerancia al gluten y a la leche. También influyen en enfermedades del sistema nervioso como depresión, ansiedad, Alzheimer, autismo entre otras. Es grandísimo el espectro de enfermedades que pueden estar relacionadas con estos desbalances o esta disbiosis, que es la alteración en las bacterias de nuestro intestino. Aún se estudia si los disturbios del microbioma son la causa o más bien aparecen como consecuencia de estos diversos trastornos” dice el especialista.
Moduladores de la microbiota
Prebióticos: el “alimento” de la bacteria. Generalmente las bacterias se alimentan de carbohidratos que son fermentables o no digeribles, como por ejemplo la fibra, que se convierte en sustrato para estas bacterias. Se adquieren por medio de la alimentación, por medio del consumo de frutas con cáscara, vegetales frescos, hortalizas y leguminosas.
Probióticos: son gérmenes, usualmente bacterias o levaduras. Estos microorganismos van a conferir al organismo propiedades beneficiosas más allá que un suplemento, cuando se administran con las dosis adecuadas para generar un adecuado efecto clínico.
“Cuando se utilice un antibiótico hay que usar un probiótico por lo menos durante el tratamiento y al menos 1 o 2 semanas más para repoblar esa microbiota que va a afectar”, mencionó el gastroenterólogo.
Recomendaciones para mantener una microbiota saludable:
- Disminuir el estrés.
- Eliminar el fumado o vapeo.
- Estimular la lactancia materna.
- Usar medicamentos de forma racional.
- Utilizar probióticos siempre que se utilice un antibiótico
- No usar antibióticos innecesariamente, especialmente en niños.
- Favorecer el consumo de frutas, vegetales, hortalizas y leguminosas.
- Disminuir el consumo de grasas y el exceso de proteínas de origen animal.
- Tener un estilo de vida saludable, evitar el sedentarismo.